ENTREVISTA • HAZLO TÚ MISMX: LXS PERDEDORES TAMBIÉN HACEN HISTORIA.
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Por Norberto Alfaro • “El punk y el hardcore son movimientos juveniles libertarios. El que no lo entiende es porque vio otra película”. Así sentencia Luciano Maggiolo, el «Lucky» de Diferentes Actitudes Juveniles, en el documental «Grita» de Yago Blanco (2018). Voz autorizada de uno de los creadores del sello Mentes Abiertas, con el que comenzó a dar testimonio y registro de una escena, movimiento y forma de vida, que hoy casi 30 años después organiza la memoria y toma forma de relato en el libro “Hazlo Tú Mismx. Historias del Hardcore Punk en Buenos Aires”. Así lo plantearon Andrea Leal y Carlos Sanabria, dos periodistas y habitúes de los recis. La labor de ambos se sumó a la reconstrucción de trabajos como el libro “Historias del Buenos Aires Hardcore” de Julián Vadalá, o el DVD “Buenos Aires Hardcore Punk 25 años” de Tomás Makaji; pero tiene su propio peso, al adoptar el formato narrativo de la crónica, un híbrido entre el periodismo y la literatura, que bien puede apreciarse en el vuelo de la escritura. Otro valor agregado del libro es que recupera la historia de dos movimientos contemporáneos al estallido centralista de Buenos Aires como lo fueron el “Oeste Hardcore” y una camada de bandas del Conurbano Sur vinculadas a organizaciones políticas, que interpretaban a la música como una herramienta de transformación social.
Via zoom, Carlos dice que valora el “cara a cara” pese a la pantalla, de la misma manera en que encaró cada historia a través de los viajes por la Provincia que lo llevaron de San Telmo a Bragado, de Paso del Rey a Quilmes, de Monte Grande a La Boca. En esos puntos geográficos se encargó de apretar REC y dejar que hablen los personajes subterráneos. Como aclara en el prólogo que escribe con Andrea, sin la intención de reflejar una historia oficial del estilo hardcore punk de Buenos Aires sino de mostrar un “pedazo” de esa cultura. Años atrás, cuando su libro aún era un fanzine, se preguntaba ¿qué nos atrapa del hardcore? ¿Por qué hacemos nuestras, melodías que son inescuchables para la mayoría? La búsqueda derivó en 12 historias y 276 páginas de espíritus audaces, porque aún existen aquellxs que se cuestionan, preguntan y debaten frente a las tensiones que puedan generarse dentro de un estilo, que como ayer y hoy, sigue siendo escrito por lxs perdedores.
—La escritura tiene un vuelo literario descriptivo que otros trabajos existentes sobre el hardcore y el punk no lo tienen. ¿El libro está pensado para un público más amplio? ¿Lo pensaron así o nunca se lo plantearon?
—Entiendo que es una narración que combina elementos de la crónica, de mucha descripción de personajes, situaciones y momentos, también hay entrevista, pero lo que hacemos nosotros es no utilizarla todo el tiempo como pregunta-respuesta sino que muchas cosas que nos iban contando las narramos y ahí íbamos agregando cosas, viendo si lo que nos decía algún entrevistado podría dar lugar a alguna referencia literaria o de lo que pasaba en el momento político, entonces me metía en la época y veía qué podía agregar o complementar de lo que ellos se acordaban. Lo del estilo fue lo primero que pensamos porque con Andrea nos conocimos haciendo el programa “Derrocando a Roca” que era un proyecto de comunicación alternativa que dirigía, donde éramos editores de los artículos que se subían a la web. Veníamos de trabajar de manera conjunta y entendíamos que nos podíamos complementar. Si bien en el libro no decimos quién escribió cada parte, cuando lo lean se van a dar cuenta que esas descripciones más intensas son de Andrea, tienen un vuelo increíble y yo me considero más un obrero del periodismo, de tener la capacidad de reunir información, de ordenarla, de hacer oraciones simples, y ese juego de ambos creo que funcionó bien. Volviendo a la pregunta, los trabajos que leí sobre hardcore y punk tienen mucho nicho académico, texto o lenguaje muy de universidad que a mí, si bien soy egresado de la Facultad de Ciencias Sociales, no me gusta leer en ese estilo, fue algo que descartamos de plano. Son textos bastante cuidados con mucha edición, eso es algo que en otro laburos de anécdotas o en primera persona no vi. Venimos con esa idea de mostrar un formato que hasta el momento no habíamos visto a la hora de contar el hardcore punk. Cuando escribimos lo hicimos pensando en personas como nosotros porque básicamente el libro es algo que si yo fuera lector, me gustaría leerlo de esa manera, entonces era muy difícil pensar en escribirlo de otra forma, no me saldría. Me parece que la propuesta es pensar que es un libro sobre la juventud de los 90 y cómo a través de la música construyeron, se expresaron culturalmente, buscaron alternativas en la música, en la militancia; y ojalá, es mi deseo que llegue a un público más amplio. Está pensado también para gente por fuera de la escena.
—¿Tuvieron en cuenta otros trabajos relacionados al suyo como el libro “Historias del Buenos Aires Hardcore” de Julián Vadalá o el documental “Grita” de Yago Blanco?
—El libro de Julián (Vadalá) lo leímos en detalle, de hecho hay un par de referencias y lo nombramos porque era como el primer trabajo bien explícito de ese momento aunque esté más centrado en lo que fue el Buenos Aires Hardcore de San Telmo o La Boca, pero sí lo tomamos como referencia porque es una voz protagónica. Después si vi el documental “Buenos Aires Hardcore Punk 25 años” que está subido a youtube, no recuerdo haber retomado algo de ahí porque la parte del hardcore es bastante breve, hay cuestiones como Arlequines, B.O.D, también aparece Moncho de Minoría Activa pero creo que hay más sobre los inicios con Violadores, Todos Tus Muertos y la movida punk de Flema, 2 Minutos. Y lo que si vi y me sirvió fue el documental “Punk Attitude” (Don Letts-2005) dónde aparece Bad Brains, o Henry Rollins en Black Flag. Me sirvió para entender un poco los conceptos del hardcore y cómo eso fue tomado acá, aunque si bien esas bandas se escuchaban, los grupos que me nombraron mucho en las entrevistas que marcó a los chicos del Buenos Aires Hardcore hayan sido Sick of it All además de Agnostic Front o Suicidal Tendences.
—Si bien las historias se centran en una época, por momentos hay vueltas al presente como algo inevitable. ¿Estuvo en ustedes la intención de contar esas experiencias para replantear o discutir la actualidad del hardcore punk?
—En torno a lo que es el hardcore o el punk, calculo que vos y toda la gente que va a los recis, lo habremos charlado informalmente tomando una cerveza entre amigos, antes o después de un recital. Eso es algo permanente y muchas bandas de aquella época que siguieron tocando, incluso las bandas de la actualidad, vuelven sobre esa definición: Hardcore, hazlo tú mismo, autogestión; y hay siempre como tensiones o definiciones propias. Ante eso, si bien yo tengo mi opinión, en el libro nos paramos como observadores, dimos el micrófono y propusimos a los entrevistados que nos cuenten a partir de su recorrido cómo vivieron ser punks, hardcores, o cómo vivieron el hazlo tú mismo. En ese sentido somos abiertos y entendemos que no hay una definición, que no hay una verdad, y que fueron distintos jóvenes, pibes y pibas que se apropiaron de esa identidad y lo expresaron de distintas maneras. Por un lado estaban los pibes del Mentes Abiertas que dijeron el hazlo tú mismo es armar un sello porque no había ninguna discográfica que se interesa en su música, o estar siempre en contacto con la gente del Arlequines, Zona Ciborg, gente amiga y nunca pagar para tocar. Después tenes bandas como Detenido Desaparecido, el Cuervo Muerto, Os Mocos, que no pensaban en alquilar un lugar sino hacer movidas gratuitas porque la idea era hacer rock combativo, luchar a través de la música y apoyar distintas consignas o actividades como las del FOSMO (Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio), o la gente del Oeste que recorrió un montón de lugares entre Moreno, Paso del Rey, Morón y en un club social donde no había nada, agregaron un escenario, y terminaron haciendo un centro dentro del conurbano, del hardcore y del punk como lo fue el Club Social de Paso del Rey. No me pongo en juez, que cada uno lo tome como quiera y diga me gustó más lo que hicieron éstos, o me identifico más con los otros. Nuestra intención siempre fue la de hablar de historias, pluralidad, diversidad y que cada uno lo interprete y lo viva como quisiera. Al ser entrevistas que hicimos entre el 2017 y el 2020, también teníamos la mirada de cómo los protagonistas lo viven ahora, no solo cómo fue en los inicios de los 90. Para mí, intentando complementar todas las miradas, el hazlo tú mismo o el hardcore es asumir una identidad en contra de lo normal, de lo establecido, intentar construir, no solamente ser crítico, creo que en ese momento había una pica con el punk destroy, con ese hecho de emborracharte, putear a la policía y que la rebeldía se termina ahí. Yo creo que estos pibes, esta generación intentó construir algo más. El hazlo tú mismo es accionar, meterle pasión, trabajo, pero siempre en relación con otras personas, también es contagiarse de la energía de otras personas y creo que esta generación lo hizo.
—¿Por qué definen al hardcore punk como un estilo?
—Eso viene de una mirada bien académica que no recuerdo muy bien, no soy muy bueno para citar pero me acuerdo que en semiótica había un autor que te marcaba la diferencia entre género y estilo. Un resumen de esa idea para mí sería decir que el género solamente es la música, o sea hardcore sería tocar a determinada velocidad, determinados tonos o que la batería suene de tal manera. La movida hardcore punk es más amplia, está primero la gente que va a los recis, que apoya, están los pibes que hacen feria, la gente que escribe fanzines, la gente que saca fotos, estamos nosotros que escribimos, pensamos y por eso accionamos, y todos lo hacemos en un mismo sentido. Por eso, a pesar de que yo no toco nada, ni un acorde, soy de la movida hardcore punk.
—En una de las entrevistas que te hicieron dijiste que era la historia de los perdedores ¿Por qué? ¿Hubo algo que haya ganado el hardcore punk?
—Cuando comenzamos a hacer las entrevistas, con Andrea en los recis jugábamos a que ninguna de las personas que estaban habían sido populares en el secundario. Entrábamos a un recital y jugábamos con eso, decíamos “este no fue popular” como tampoco lo fuimos nosotros. Entonces cuando íbamos a hacer las entrevistas nos imaginábamos un poco eso y les preguntábamos cómo era en el secundario escuchar hardcore punk, y ninguno de los entrevistados nos contó que era popular, eran vistos como bichos raros, freakis o como los barderos. No los invitaban a los cumpleaños, aunque era una marginalidad que también se disfrutaba; mientras todos los amigos iban a boliches, estos pibes iban a recis y eso es correrse un poco. Por eso decimos la historia de los perdedores porque ninguna de estas vidas sería el ejemplo de nada en un medio de comunicación dónde suelen mostrar ejemplos de vida. Estas vidas que contamos en el libro son contradictorias, apasionantes, llenas de errores, de conflictos familiares, entre amigos, bandas, problemas económicos. Creo que forma parte de nuestras vidas, por algo somos de esta movida, porque no nos conformamos, porque hay cosas que no nos gustan y no nos cierran, porque no nos sentimos cómodos o no queremos ser como el otro. Muchas veces la identidad surge de lo que no querés ser. Por eso decimos que es la historia de los perdedores, porque no hay lugar para esta gente en otro lugar. No va haber una banda de hardcore punk en el programa La Viola de Bebe Contepomi, no es redituable, no genera rating y no es una música digerible para las grandes mayorías. Tomando la referencia de qué significa ser exitoso o ser ganador para este sistema, ninguna de las historias que contamos podría encajar allí. Lo que si ganó esta identidad hardcore punk fue libertad, tener la capacidad de abrir los ojos ante un contexto que si no te moves no te da lugar. Ante esa propuesta de felicidad, progreso, y conformismo; estos chicos construyeron otro camino. Lo que se gana es eso, lo que uno construye de manera autogestiva tiene algo particular, cumplís tus sueños, tus proyectos, no trabajas para otro, no le estás cumpliendo sus sueños a otra persona.
La reconstrucción del hardcore punk no sólo sirve para acumular datos y fechas. Desde la consideración como movimiento libertario y de confrontación, también surge como una alarma que inquieta al presente. Algunos grupos, por implicancia directa, o por la infantil postura de mostrarse “anti todo”, coquetean con políticas reaccionarias y de derecha, renegando del germen contracultural. Es ahí dónde recae la importancia de visibilizar la acción de bandas como Detenido Desparecido, El Cuervo Muerto y Os Mocos en las páginas del libro Hazlo tú Mismx.
—Hay un hilo conductor en la mayoría de las historias, que tiene que ver con una inconformidad desde lo personal pero también está el lado colectivo, político y activista de ciertos grupos en los 90. ¿Si el hardcore punk no es político, entonces qué es?
—Este grupo de bandas como Detenido Desaparecido, El Cuervo Muerto, Os Mocos, o las que no entraron como Familia Asesina, hasta ahora no habían tenido registro, si en fanzines o algún material en la web pero como la mayoría de los protagonistas no siguieron tocando, me parece que el libro es como la primera vez que nuclea esas historias desperdigadas en la anécdota y las plasmamos juntas, y lo que contamos es que mientras sucedía el Buenos Aires Hardcore y el Oeste Hardcore, había un montón de bandas de la periferia de la ciudad y del conurbano que eran muy activas y no les interesaba grabar de manera profesional, hacer un recorrido como banda, o difundirse de una manera tradicional y que se vinculaban con organizaciones sociales y demás. Para mi toda la movida hardcore es política porque tiene algo para decir y se corre de la normalidad. Ahora bien, este grupo de bandas pensaba a su música como herramienta de transformación social, como herramienta de lucha. Ellos pensaban que a través de su música podían construir políticamente. El hardcore para mí es político pero esa política se expresó de distintas maneras en los tres ejes que contamos: Buenos Aires Hardcore, el Oeste Hardcore y este grupo de bandas activistas o militantes.
La charla es un ida y vuelta entre aquellos relatos de inicios de los 90 y la historia actual que hasta la llegada de la pandemia, podía vivirse cualquier fin de semana, o alimentarse en la previa a través de las nuevas redes sociales digitales. Sobre las crónicas del libro, Carlos aclara que “hablamos de historias porque creemos que no hay una realidad sino interpretaciones y otra cosa que decimos es que las historias están incompletas, quien pretenda reconstruirlas, bienvenido sea”. Porque indagar en esas historias es “volver a recrear modos de difusión, de acción”. Pensando en la actualidad, en la que al parecer tenemos todas las herramientas al alcance de la mano, agrega que es bueno recordar “otra época donde pibes de nuestra edad se las tuvieron que ingeniar de otra manera”. Además de disfrutar de la lectura, “aquellos que sentimos ésta identidad hardcore punk, podemos tomarlo para revalorizar lo que hacemos y para seguir construyendo”, sostiene.
—Ustedes con el libro ya son parte de la reconstrucción de este movimiento, estilo, escena contracultural o como quieran llamarlo. ¿Qué falta por dejar plasmado del hardcore punk local?
—El objetivo principal cuando empezamos fue hacer un solo libro reuniendo treinta historias al menos, y la verdad que cuando lo empezamos a escribir veíamos que nos extendíamos, incluso colgábamos unos meses sin escribir, a veces veíamos que escribíamos 10 o 15 páginas A4 de una banda, entonces fuimos cerrándolo hasta que quedó como un volumen 1, un libro de 280 páginas que te puede acompañar en el bondi, en el tren. Me parece un libro simple para leer y eso es elogioso para la literatura. Pero en cuanto al espacio era imposible hacer una sola obra por eso pensamos que hay material para hacer un volumen 2 y 3. Ahora bien, esas entrevistas no están hechas, sí nos gustaría profundizar sobre los inicios de Anesthesia en Campana, los inicios de Loquero, las primeras movidas de Buenos Aires, o la consolidación del straight edge porque en el libro hay referencias pero no profundizamos, otras bandas que militaron a través de la música como Familia Asesina, Acción Directa y la movida de La Plata, Pensar o Morir, no profundizamos en B.O.D y el contacto con la movida skater, el inicio del melódico con Restos Fósiles, o cómo siguió activa la escena del oeste.
—Durante el armado del libro sucedieron reuniones de al menos dos bandas. ¿Qué les gustaría qué pase con el material ya en la calle?
—Si es una movida verdaderamente autogestiva basada en la unión, me gustaría que el libro sea apoyado, creo que hay que entender que escribir un libro, editarlo e imprimirlo no es joda, sale bastante plata, implica mucho esfuerzo, tiempo, viajes. Ni Andrea ni yo somos escritores, yo soy docente y hago trabajos ocasionales de corrección para una editorial. Me gustaría que eso sea reconocido en el buen sentido, que sea una herramienta para que la movida siga creciendo y sobre todo en estos tiempos donde es tan difícil contagiar, donde hay quejas porque armas un reci y van treinta personas, dónde hay otros estilos que son hegemónicos y la juventud se conmueve con otras cosas. Me gustaría que el libro sirva para que las nuevas generaciones se sigan contagiando y se entienda al afuera un poco más qué es, qué es ésta identidad. Me considero parte y lo que me interesa es eso, reunir historias que estaban perdidas de manera oral, por ahí el que estaba más metido en la movida de Catalinas no sabía qué pasaba en el oeste o tenía algún prejuicio sobre alguna banda, bueno eso ahora está reunido en el libro. Charlemos sobre algo concreto, debatamos, discutamos pero sobre todo sigamos construyendo, eso es lo que me gustaría que pase con el libro y que no pase desapercibido. A veces se nota una cierta tensión entre la vieja generación y la nueva y en esta cuestión a veces de defender al “verdadero hardcore”, y creo que el estilo está muy activo pero quizás no ha logrado la masividad que logró en los 90. Salvo Eterna Inocencia o Boom Boom Kid, ninguna banda te lleva más de 300 personas creo, pero a pesar de eso hay como muchos micropuntos, lugares en el conurbano o en la ciudad que están muy activos y ni siquiera dependen de las bandas, a veces surgen por parte del público como las iniciativas solidarias de las chicas del Weichafest. Entonces volviendo a la pregunta, hay que remarcar que la movida está activa y hay una juventud muy presente. Me gustaría que haya más unión generacional, que por ahí toquen y organicen movidas bandas de los ’90 con otras más nuevas. Me gustaría ver más cruce, incluso del hardcore con otros estilos donde se respire un espíritu similar. El punk es eso, es amplitud, en los 90´s algo de eso hubo; y hay que terminar con las etiquetas, algo de lo que dice Lucky (D.A.J) en el libro, por ahí pasa la intención para que este libro se sume a un estilo que sigue vigente.