Cuenta que vino al mundo en 1984 y al abrir los ojos por primera vez no le gustó lo que vio; contaminación, guerras entre pueblos, odio entre personas, más odio, y dolor, mucho dolor… ¡Ah!, y el dinero; dinero dinero y dinero… ¡y más dinero! Para intentar cambiar esta realidad advirtió que lo único que tenía era un lápiz. Un lápiz y una caja de colores que desde entonces lo acompañan para transmitir al mundo la forma en que le gustaría que fueran las cosas, y de crear por unos instantes en un papel un mundo donde palabras como respeto, solidaridad, empatía, paz y sobre todo amor, son vividas día a día. Estudió ilustración en la Escuela de Arte de Manresa.